Yo, Ciudadano

$22.240

Autor

Editorial

ISBN

9788498792157

Hay existencias

Pocos tiempos, como los actuales, tan presididos por una malhadada crisis. La crisis se ha asentado desazonadoramente, y además de manera impenitente, entre nosotros. Una crisis que se extiende de forma inexorable por los más distintos ámbitos de la Nación: crisis social, crisis política, crisis económica, crisis institucional, crisis de valores… Crisis, crisis… Las presentes colaboraciones periodísticas tratan, precisamente, de hacer primero un diagnóstico, y apuntar después una terapéutica, que nos permitan salir pronto, y de un modo robustecido, de tan adversa y larga postración. Pero la salida sólo tiene un cauce: una profunda regeneración, por más que la confusión y hasta el abatimiento haga la misión extraordinariamente compleja, y hasta casi imposible para los más escépticos. Estas páginas son, a pesar de las incuestionables dificultades, un llamamiento explícito a la ciudadanía y a los poderes públicos de una España constitucional que tiene que ser capaz de ahormar, como en otras épocas de nuestra mejor historia colectiva, los mimbres para hoy y mañana. ¿En virtud de qué título invocar la regeneración? Desde el primero y más sobresaliente de todos: ¡la condición de ciudadano! Un ciudadano que, como los revolucionarios franceses de 1789, considera que su prioritaria obligación es su indubitado compromiso a favor de la preservación de los más altos intereses de su Nación. Estamos convencidos —como apuntaba Balzac— de que en las grandes crisis, los corazones se rompen o se curten. Como ciudadanos nos negamos, a pesar de las ingentes adversidades, a que nuestro destino se quiebre. En nuestras manos está, pues, hacer todo lo requerido para reorientar el presente y encauzar el rumbo. El tratamiento es exigente, pero además de ser un imperativo ético, carecemos de alternativa. Y eso que las bases de la regeneración no son nuevas: rearme moral, regreso a los valores de esfuerzo y sacrificio, preservación del marco constitucional y cumplimiento de las leyes, austeridad en el gasto de los fondos públicos, reconocimiento de la diversidad territorial pero al tiempo salvaguardia de los principios de igualdad, eficacia y solidaridad, respeto a las instituciones y una generosidad de miras por parte de nuestra clase política más allá de los rácanos intereses de bandería y del inmediato interés electoral.