El Soberano Y El Disidente

$14.136

Autor

Editorial

ISBN

9788496356740

EAN

Hay existencias

Hoy en día nos encontramos en esta situación: o impulsamos la democracia hasta tomar en serio sus principios, o nos preparamos para perderla. Porque hoy, la democracia está herida. La política -el espacio público- se ha convertido en una cosa privada. La escena la ocupa ya una clase política única, unida por intereses corporativos comunes y predominantes, que triunfan sobre las diferencias odeológicas y programáticas. Ya no quedan ciudadanos que deciden (mediante un diputado), sino “súbditos” que consientes decisiones cada vez más extrañas: literalmente alineadas. El político de oficio se ha emancipado completamente del propio elector: el instrumento se constituye en sujeto, lo sustituye. La democracia representativa es necesariamente una democracia de partidos; sin embargo, el monopolio de los partidos sobre la vida pública elimina la democracia representativa, la convierte en un simulacro. Ante este panorama, cabe preguntarse: ¿Es posible trazar una línea de resistencia a la degeneración de la política? ¿Cómo exorcizar la tentación del absentismo? ¿Cómo detener la deriva suicida de la apatía? ¿Cómo unmunizar contra la indiferencia? ¿Con qué anticuerpos? ¿Cómo acercar, en definitiva, la política al ciudadano? El túnel por el que hoy en día está obligada a caminar la democracia representativa no es, sin embargo, un callejón sin salida, por lo menos no de forma fatalista. En los meandros del organismo social circulan suficientes energías para poder salir del túnel: hacia el horizonte de una representación abierta. Para conseguirlo, es imprescindible restituirle al ciudadano soberanía y poder, es decir, garantizarle la decisión sobre la cosa pública.