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ISBN | 9788412081183 |
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Hay existencias
En la concepción de Vajtángov, el grotesco no tiene nada que ver con la exageración grosera, con la caricatura vulgar y arcaica. Vajtángov defendía el derecho que tienen el director y el actor a recurrir a las imágenes más audaces. Vajtángov buscaba un arte del teatro lleno de poesía, de emociones dinámicas y conflictos muy definidos. Trabajando con los actores en la creación de sus personajes, trataba de mostrar formas reales y acontecimientos verídicos, aunque las situaciones parecieran inverosímiles. Durante los ensayos, creaba a menudo las situaciones más increíbles, para justificar el juego de los actores. Ayudaba al actor a encontrar la verdad, en lo que parecía algunas veces, imposible de motivar. Vajtángov conocía a la perfección la naturaleza del actor, y sabía sugerir la acción o el matiz emocional que ayudarían al actor a resolver por el camino más corto el objetivo planteado. Para eso, si era necesario, participaba él mismo en el juego del arte del actor. Nos decía Vajtángov: “En el escenario el actor se desenvuelve en un ambiente de “mentiras”. Su compañero lo llama su padre, hace pasar por suyas palabras que no le pertenecen, toma paisaje pintados por paisajes auténticos; y los instantes en que el actor hace de su mentira una verdad, son los instantes de creación. La fe del actor en la realidad de lo que no existe se comunica a los espectadores. El espectador vive con el actor mientras el actor continúa creyendo en lo que hace. A partir del momento en que el actor deja de estar convencido de que todo lo que sucede a su alrededor de él es verdad, el espectador lo siente y comienza a separarse de él. Se asombrará tal vez de su trabajo, pero ya no creerá en él. ¿Qué quiere decir creer? El actor no puede creer que tiene en la mano una caja de bombones si tiene un cuaderno; pero puede aprender a comportarse con ese cuaderno como lo haría con una caja de bombones. Eso es suficiente para hacer de la verdad escénica su propia verdad. El actor sabe que delante de él no está Lear, sino su compañero. Por consecuencia no puede creer que es Lear, pero puede comportarse con su compañero como lo haría con Lear. Ese cambio voluntario de actitud es lo que llamamos fe. Creer que hay gente sentada en sillas vacías no quiere decir: Ver esa gente. Esto último sería exigir alucinaciones, y no fe de actor. Hay que decir: Sepan comportarse con respecto a esas sillas, como se comportarían con respecto a las personas que se sientan en ellas”.