En un mundo atravesado por el dolor y la brutalidad, provocados por golpes de Estado, enfrentamientos civiles, ocupaciones militares y guerras sangrientas, esta obra intenta dar respuesta a la preocupación por la cura y la subversión del trauma colectivo y de su detonador: la violencia misma.
El análisis parte del dispositivo psicoanalítico clínico, así como de los descubrimientos freudianos relevantes para la filosofía política y la ética, pero sin dejar de lado la apremiante refle xión sobre las vías de resistencia y justicia de nuevos posibles proyectos políticos.
Retoma la idea de que la ocupación de las calles y del espacio público, así como cualquier otro tipo de manifestación, tiene un poder performativo que puede lograr subvertir algunos de los efectos nefastos de la violencia y la crueldad de las que nuestras sociedades son víctimas.
En una invitación a abrir espacios colectivos de escucha radical, la propuesta no se constriñe a la mera desaparición de síntomas patológicos, sino al efecto del cuidado constante de los unos por los otros a través de los ejercicios de la narración y la protesta.
Narrar para representar y representar para narrar son areas urgentes para resistir la violencia.
Porque nombrar la violencia del pasado y del presente hace justicia histórica y, de alguna manera, puede darnos herramientas y estrategias para resistir a la del futuro.
Así, a lo largo de este libro, se insiste en que la tramitación del trauma es colectiva y que su subversión y resistencia políticas son imposibles sin una escucha hospitalaria de la esfera común y pública.