La novela negra, en sus diversas variantes, requiere del escritor un esfuerzo particularmente acusado, pues la trama se sustenta por lo común en un engranaje bien armado, en una arquitectura sólida e inapelable en la que todos y cada uno de los elementos que la conforman están integrados con perfecta coherencia.
Nada debe quedar al azar.
Esa es la naturaleza del género, la credibilidad del proceso que conduce a la detención del criminal o, cuando esta no se produce, a su triunfo.
Por tal circunstancia, el autor de novela negra o policíaca precisa de un conocimiento amplio de las herramientas que en la vida real permiten a los investigadores conducir y llevar a buen término la indagación de un asesinato, los móviles que lo propiciaron y la identificación del culpable.
Y dentro de esa panoplia de herramientas no desempeña un rol menor la ciencia forense, que con el correr de los años ha permitido desentrañar no pocos crímenes cuya resolución parecía de antemano imposible.
Este libro es de imprescindible lectura para cualquiera que esté interesado en escribir (o leer con asiduidad) novela negra.
En síntesis, se trata de un compendio de los criterios y prácticas forenses que, de manera habitual y general, se llevan a cabo, y que suelen distar mucho de la ficción que se exhibe en las series de televisión y en las aproximaciones literarias menos documentadas.
El resultado es una obra fascinante, tan esclarecedora como útil para quienes aspiren a doctorarse en un género que explora los pérfiles más sórdidos de nuestras sociedades modernas.