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Editorial | |
ISBN | 9788429028249 |
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La confrontación entre la teoría vitoriana de la justa causa, al que se le considera fundador del Derecho Internacional -aunque Enrique Gómez Arboleya cargase la mano en su “Humanismo Renacentista” católico- frente a Carl Schmitt que considera que el mundo entró en otra fase en la que domina la guerra discriminatoria, aquella forma del Estado totalitario expansivo que criticase Caamaño Martínez entre nosotros.
Schmitt denosta el concepto de humanidad y de todo humanitarismo; añoraría, parafraseando a Ernst Jünger, aquella época en la que no se disimulaba la malicia y en la que se luchaba respetando al enemigo.
Para Schmitt la conquista española la encubría, bajo un falso humanitarismo que se deslizó en las Leyes de Indias, un medio para el mayor desarrollo del Ius Commercii; con ello se practicaba un realismo jurídico-político pero de diferente índole al schmittiano; la justa causa se amparaba en la acción misional, pero para pertenecer al lado de la justa causa era necesario ser católico, bautizado o convertido, los gentiles no gozaban de tal condición, de la amicitias, y el Imperio desde la metrópolis podía perseguirlos y aniquilarlos; a juicio de Schmitt la conquista de Perú demostró tal distinción con todos los extravíos y excesos.
Schmitt se plantea cual fue la situación histórico-jurídica de Vitoria y la posible utilidad para la actual ciencia del Derecho. La preocupación de Schmitt por el dominico empieza al ocuparse de los problemas de Derecho internacional, y como Vitoria afronta el problema de la justificación de la toma del Nuevo Mundo tras la conquista americana.
Reconoce, que será Vitoria el primero que formula un estudio sistemático, mas utiliza un método escolástico con firme fundamentación en Santo Tomás pero, a pesar de dicho método, muchos en otro contexto quisieron apropiárselo, aún con otro contexto histórico-espiritual; para Schmitt allí radica el mal, no es transpolable a las situaciones en que se quisieron hacer, por ejemplo, en el período de entreguerras; así el laborioso Brown-Scott llevará una labor hercúlea para reivindicar al dominico como el fundador del moderno derecho internacional.