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Autor | |
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Editorial | |
ISBN | 9788481646252 |
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Si aplicásemos a la «mundialización» una sociología de las ausencias, nos encontraríamos de inmediato con dos preguntas: ¿cuál es el poder explicativo de este concepto que, supuestamente, ha hecho innecesario todo el arsenal intelectual que explicó el capitalismo en el último siglo?, ¿o quizá estamos ante una carga de profundidad ideológica que pretende negar la explicación del pasado para poder explicar el presente como una realidad natural y, por tanto, ajena a toda crítica? De hecho, explicar la mundialización es un requisito para encontrar respuestas a preguntas actuales: ¿hay relación entre la doctrina del ataque preventivo, que llevó a la agresión contra Irak en 2003, y la crisis del capitalismo en los años setenta? ¿Pueden establecerse relaciones entre la incapacidad del gobierno norteamericano para generalizar la seguridad social y su capacidad para poner en marcha guerras costosas? ¿Fue el 11 de septiembre un punto de inflexión o más bien se trató del comienzo de la radicalización de un modelo de expansión del capitalismo iniciado décadas anteriores? ¿Puede acaso la Unión Europea ser un freno a la hegemonía norteamericana en el modelo de globalización? La política en el siglo XXI hunde sus raíces profundamente en el proceso de mundialización. De ahí que dos políticas resuman el pulso actual: de un lado, la guerra global permanente; de otro, la reclamación de una democracia avanzada para todo el planeta. En otras palabras, estamos ante un pulso entre dos trincheras: por un lado, la mundialización neoliberal, la doctrina del ataque preventivo, la negación de un orden internacional basado en Naciones Unidas, el reforzamiento de los aspectos autoritarios del Estado nacional y la lucha contra el terrorismo global. Por otro, fuerzas políticas y movimientos sociales alzados en todo el planeta en contra del modelo vigente de mundialización, que apuestan por formas participativas de democracia y que niegan el recurso a la guerra como forma legal o legítima de resolución de conflictos. «Cansancio del Leviatán» refleja un cansancio producido por embates tecnológicos, por desbordamientos reales, por el surgimiento de nuevos actores, por voluntades políticas y también por presiones ideológicas que quieren hacer de este modelo de mundialización una propuesta de orden político global caracterizado por la exclusión, la desigualdad, la agresión medioambiental y la negación de la diferencia.